Por: Claudia Montero
Recientemente explotó en
todos los medios de comunicación la noticia de la dimisión del actual y 265 Pontífice de la Iglesia Católica Benedicto XVI. Una encuesta realizada por la
página web de "La Señal Informativa de América Latina": Telesur, comunicó que más de 300
personas estaban de acuerdo con esta renuncia, mientras que otros pocos no la
apoyaban. Un nuevo sondeo publicó Telesur sobre esta misma cuestión pero esta
vez sobre si había “algo” detrás de la renuncia del Sumo Pontífice. Para muchos
el Vaticano esconde los supuestos verdaderos motivos de esta renuncia, pensando
que es uno más de los secretos que esconde la Iglesia Católica.
Otros, sin embargo, no damos lugar a dudas con respecto a esta
decisión que tomó el Santo Padre y pensamos que es un ser humano más,
imperfecto como nos creó Dios. Solamente debemos ponernos en su lugar y pensar
que la vida de un Papa no es solo dar una misa y rezar por toda la humanidad,
es también atender, con sus 84 años de edad, todos los asuntos que preocupan y
conciernen a gran parte de la población mundial sean católicos o no. Con sus 84
años, además, incluye dentro de su jornada laboral más de diez horas de
trabajo, levantándose a las 5 de la mañana y acostándose nunca antes de las
once de la noche. En todo este espacio,
además de informarse sobre lo que está ocurriendo dentro y fuera del Vaticano y
recibir a Jefes de Estado, Embajadores y otras personalidades, destina parte de
su tiempo a la realización de documentos, discursos y homilías. Según el
periodista italiano Aldo Maria Valli “el Santo Padre es un escritor
extremadamente cuidadoso, le gusta retirarse en el estudio y escribir con
calma, controlando las fuentes personalmente y consultado su vasta biblioteca
personal". Esto es solo una parte de lo que transcurre en la vida de
Benedicto XVI,
deberíamos recordar esto, unido a las aspiraciones de este de convertir a la iglesia en una institución más abierta,
antes de juzgar precipitadamente, hacer valoraciones inicuas o incluso
someternos a hacer comparaciones entre nuestro actual Papa y Juan Pablo
Segundo. ”El nombre de Ratzinger aparece en
todas las polémicas dentro de la Iglesia Católica para frenar los
intentos de reforma de sus colegas más progresistas. En Alemania, por ejemplo,
su nombre va ligado al pulso que mantuvo el cardenal Karl
Lehmann, presidente de la Conferencia Episcopal alemana, en
torno al debate sobre el aborto”. Estos son los momentos en los
que nos toca, feligreses o no, mostrar
nuestro apoyo para con el Santo Padre, para aquel que ha interferido con
oraciones y acciones por el bien de la humanidad y por sus cambios y no darle
cabida a especulaciones que refutan los verdaderos motivos de su renuncia: "He llegado a la certeza -aseguró el Papa- de
que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el
ministerio petrino".
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