miércoles, 25 de junio de 2014

Rita Montaner: la voz de una época.



Por: Dayana Mesa Giralt

 Maniiii, maniiii
si te quieres por el pico divertir
comete un cucuruchito de maní
(…)
Manisero se va, manisero se va
caserita no te acuestes, a dormir
sin comerte un cucurucho de maní
Antonio Machín.

Quien no se ha detenido a escuchar el melodioso ritmo de ¨El Manisero¨ y ha quedado prendido en el acto; quien más sino Rita Montaner puso voz y estilo peculiar a las letras de Antonio Machín[1] allá por los años veinte del pasado siglo.
Confieso profesar hacia ella una simpatía que rara vez he visto repetidos en mis contemporáneos. Los que, como yo, transitan por la veintena, casi nunca se detienen en la figura de Rita.
Procesos Culturales Cubanos II requería un tema a desarrollar en un ensayo; la profe Bety nos había impartido los ejes temáticos de su materia, pero la decisión de escoger a Rita Montaner, llegó por mi apego hacia las melodías y sus ¨caminos infinitos¨.
Hablar de Rita Montaner es, en esta Isla, hablar de una pasión[2]
Rita Aurelia Fulceda Montaner Facenda, está íntimamente vinculada al desarrollo de la música popular cubana y a la difusión de ésta en el mundo.
Fue la suya una heterogénea e intensa carrera artística de más de 25 años, manteniéndose durante esos años como figura estelar dentro y fuera del país. Los investigadores afirman que Rita abarcó casi todos los géneros y estilos musicales y teatrales. Lo cierto es que el nombre de Rita Montaner se inscribe en la historia del arte musical cubano como el de la más completa y versátil de todas sus intérpretes.



"Yo no incluiría a Rita Montaner entre las voces cubanas, sino 
entre las risas cubanas", ha dicho Fina García-Marruz en la página excepcional que dedica a la dueña imbatible de "Mamá Inés". "Porque Rita tenía la voz mejor toda en la risa -insiste la poeta-, risa que no era ya, como en tanta otra, seguidora de más y menos tierra, volcán del cuerpo que echa afuera (…), sino risa que se atrevía más allá de la sonrisa, sabiduría del alma, (…) risa entre carnal de mediadora, lisa y brillante peonía de gracia[3]."

Buenas nuevas en el siglo que inicia….
La tierra que la ve nacer el 20 de agosto de 1900 es la villa habanera de Guanabacoa. Hija de padre blanco y una mulata, Domingo Montaner y Mercedes Facenda permitieron a Rita Montaner, criarse en un medio en que curiosamente afloraban y coincidían diversas tendencias de nuestra cultura[4]: la música clásica de los salones y por otro los toques de los tambores en las fiestas lucumíes o congas, el ritmo colorido de las comparsas que desfilaban por las calles guanabacoenses y el pregonar de los vendedores ambulantes.

A diferencia de muchos músicos cubanos, Rita Aurelia crece en una familia de buena cuna. La leyenda de Rita Montaner puede partir del ahora inexistente Conservatorio Peyrellade, donde sus progenitores determinan matricularla en 1910. En este plantel estudia solfeo, teoría, armonía y piano. En las clases de esta última especialidad impresiona a sus maestros y condiscípulos, y en los concursos anuales obtiene con anterioridad a su graduación, una serie de reconocimientos a una técnica correspondiente según Ernesto Lecuona, a una ¨pianista de línea¨[5].
Además de las clases en el Conservatorio, los padres de Rita se ocupaban de otras facetas que vinieron a complementar la educación de su hija: caligrafía, bordado y el estudio del francés, inglés e italiano. Después se prepara en los dominios del canto con el profesor Pablo Meroles. En 1917 Rita concluye sus estudios en el Conservatorio de Música y Declamación de la Habana con notas sobresalientes, se gradúa de canto, armonía y piano, y obtiene Medalla de Oro.
Montaner y Facenda emprende su carrera como cantante en 1918, interpretando arias de ópera, siendo a principios de los años 20 que cobra fuerza dentro del espectro cultural habanero, y se exhibe por esos años en espacios teatrales junto a figuras de nuestros arte como el tenor cienfueguero Eusebio Delfín y Juan Pulido en los llamados Conciertos o Festivales de Música Típica Cubana en el Teatro Nacional, inaugurados por Eduardo Sánchez de Fuentes (La Habana, l874-l944), y continuados después por los Conciertos organizados por Ernesto Lecuona.
Según María Teresa Linares en el artículo ¨La Música cubana en el siglo XX¨, en la década de los años 20 la música cubana se enriquece con cambios importantes, principalmente de la antigua orquesta de metales a la charanga francesa --piano, dos violines, flauta de cinco llaves, pailitas, guayo, contrabajo--, para ejecutar los danzones. La presencia de los sextetos de son se hacía recurrente provocando un verdadero y explosivo auge del género que se expandió a través del disco y de las giras a otros países. También la música se ve reforzada con la introducción de los conjuntos de jazz band que procedían de los Estados Unidos adoptándose rápidamente estilos de canto y baile, timbres y estructuras que dejaron su huella en nuestra música. La música del teatro lírico, casi siempre las arias y romanzas de zarzuelas cubanas cantadas por solistas acompañados al piano, también tuvo su gran momento.
Por su gran calidad interpretativa, el maestro Luis Casas Romero la invita a participar el 10 de octubre de 1922 al programa artístico de un acontecimiento de alto rango histórico: la inauguración de la planta radial PWX, perteneciente a la Cuban Telephone Company, que dejaba abierta oficialmente las transmisiones radiales en la isla. 
Con esa salida al aire, Rita Montaner se convirtió en la primera mujer cuya voz surcó el éter en un programa de variedades en español, transmitido desde América Latina. En el concierto efectuado esa noche interpretó las melodías tituladas “Presentimiento”, de Eduardo Sánchez de Fuentes, y “Rosas y violetas”, con música de José Mauri y texto del poeta alemán Heinrich Heine[6].
Una carrera en ascenso….
Rita anduvo acompañada siempre de excelentes músicos. Durante toda su trayectoria artística a su lado estuvieron maestros como Lecuona[7], Gonzalo Roig, Jorge Anckermann, Alejandro García Caturla, Amadeo Roldán e Ignacio Villa (Bola de Nieve), por solo citar algunos.
A finales de la década del veinte se consagra Rita como enviada de la música cubana en el mundo, pues inician los viajes que la llevarían finalmente a la cima del éxito. Así pues protagoniza giras en Estados Unidos patrocinadas por empresarios reconocidos de la época y triunfa en París, presentándose en el Palace Music Hall con la revista Perlas Cubanas, que le valió el reconocimiento de Alejo Carpentier:
Rita Montaner, desde el escenario del Palace, realizó una fecunda labor en la divulgación de nuestros ritmos. Su Mamá Inés estallaba cada noche en los feudos de Raquel Meller, con una elocuencia que convencía a los más tibios. No puede negarse la influencia decisiva que tuvo, la actuación de “La única”, en esa invasión de aires tropicales. En los dominios de lo afrocubano resultó insuperable. Fue, en su género, intérprete tan fuerte como pudo serlo. Rita Montaner se ha creado un estilo: nos grita, a voz alerta, con un formidable sentido del ritmo, canciones arrabaleras, escritas por un Simons o un Grenet, que saben, según el caso, a patio de solar, batey de ingenio, puesto de chinos, fiesta ñáñiga y pirulí premiado. Tiene el gran mérito de haberse especializado en la interpretación de ese folklore, calificado por algunos de bárbaro y poco elegante[8].
El mismo año en que Rita arrolla en París, lo hace también en España .En 1934 se presenta en Buenos Aires y al año siguiente se presenta en La Habana en el teatro Principal de la Comedia y en el teatro Martí. Asimismo lo hace en el Payret, el Campoamor, el Blanquita, Hubert de Blanck, Auditórium, Nacional –hoy Gran Teatro de La Habana–, y en varios teatros de todo el país, consagrándose hacia el pueblo que tanto la quiso y recibiendo incontables muestras de admiración.
EL registro de su voz, le permite a Rita interpretar diversos personajes en los escenarios; ¨su voz cálida, intensa, armoniosa y del poco frecuente don de conferir originalidad a las interpretaciones¨ al decir de investigadores y amigos en declaraciones, forjó un estilo que expresó a escala universal el sentir del pueblo cubano.
¨ (…) interpretó los tipos populares, la mulata callejera, la guajira etc., dando a cada canción el acento y el gesto que requiere[9]¨.
En nuestra isla, Rita a mediados de los años 30 empezó a orientar su repertorio más hacia lo afrocubano. Por ello estableció relaciones de trabajo con el compositor Gilberto Valdés[10] y desde entonces se convirtió en una de las más importantes intérpretes de su obra.
La entrevista concedida por este compositor a Octavio Cortázar, y reproducida en un sitio digital en conmemoración al centenario de ¨La Única¨, revela diversas aristas de la vida profesional de esta cantante, cubana ciento por ciento; y así quedó como constancia:
¨Es que Rita era extremadamente patriota y la voz de Cuba era lo que más valía en el mundo para ella. (…) ella no cambiaba el "Quirino con su tres" por una sonata de Beethoven. Aparte de que ella le tenía mucho amor al tipo interpretativo. Aquí nadie hacía lo que hacía ella. Rita podía cantar desde una voz de contralto a una voz de soprano ligera. (…); le encantaba el aplauso, le encantaba el público y al mismo tiempo le tenía pánico. Rita temblaba en todos los momentos de una actuación, y ya ve que era muy consagrada y muy querida pero le horrorizaba la exhibición. Desde luego, no era nada más que cuando le pusieran las luces, porque desde que pisaba las tablas era otra persona, se transformaba completamente. Cuando la trajeron al teatro Regina, entonces se hizo una obra que se llamaba Niña Rita y ahí debutó ella como intérprete. Fue ahí que se reveló su gran vis cómica, porque Rita tenía mucho sabor de comedia, y ella explotó esa personalidad, se dio cuenta de que podía ser cantante de cualquier estilo y haciendo bien las cosas no importaba una cosa como la otra. Lo que pasa es que era un experimento grande y difícil. De todas las cantantes cubanas que hicieron la mulata en los teatros, ninguna tuvo las cualidades histriónicas ni artísticas de Rita, ni la potencia en la voz que ella desempeñaba en su papel. Rita era un fenómeno (…). Son gente que nace para sobresalir¨.
A pesar de su inestable vida personal Rita sorprendía a diversos públicos en el escenario. Ella fue una mujer que supo defender muy bien su prestigio(…). Estaba poseída además por los conflictos raciales, tuvo que vencer todos aquellos ataques que se hicieron contra su condición de mestiza, porque a pesar de que la burguesía cubana la mimó como artista, también en cierto sentido era discriminada[11].
Las claves de su dimensión artística refulgieron más allá de las 29 grabaciones que hizo a la Columbia Phonograph Company en Estados Unidos. “Rita fue la artista más representativa que ha tenido Cuba, en quien todo el ardor del trópico, la gracia criolla, la belleza muy poco igualada, una voz afinada y dulce, una elegancia de expresión, y una popularidad enorme, la hacían verdaderamente merecedora del nombre que le dio el pueblo: la Única.” (Renée Méndez Capote. La Gaceta de Cuba, 1981)
Al decir de Gonzalo Roig en entrevista a Cortázar, Rita logra esa gran popularidad por su personalidad, por su temperamento, sus interpretaciones, lo polifacética de su obra. Lo mismo interpreta la canción romántica que lo negro, y lo interpretaba en alemán, en español, cualquier cosa que le dieran. Y eso la comunicó directamente con las grandes masas. Cuando ella cantaba esas cosas folclóricas negras estaba en presencia de uno de sus ancestros—declaró.
Rita Montanear es un ejemplo de consagración para las nuevas generaciones de mujeres en la música; ella supo sacrificar toda su formación académica para la ópera en aras de la cultura popular. Y es la voz que se escucha al inaugurarse la radio en Cuba, y la primera cantante femenina que inaugura el teatro lírico cubano de envergadura, en 1927, una figura clave en el Teatro Martí durante el proceso de consolidación de la música lírica criolla entre el año 32 y 35, en la temporada que conducían los maestros Roig y Prats, y es también la que se incorpora a la Televisión en sus inicios y a los esforzados empeños por iniciar el cine en Cuba.
Representó para nuestra música popular la artista de teatro, vedette y cantante. Definió una época en que la música vernácula iba en ascensión.
Últimos años
Los años 40 trajeron para la cultura cubana la introducción de un nuevo ritmo, el danzón; mientras se perfecciona de nuevo el bolero cantable, por autores que a la vez eran repertoristas de grupos armónicos y de cantantes solistas. Al decir de María Teresa Linares se mantuvo el estilo de bolero-son introducido por Miguel Matamoros veinte años antes; las orquestas tradicionales de danzón mantenían un cantante para ejecutar boleros, canciones, en tiempo de danzón, y los llamados Conjuntos de Son, como el Conjunto Casino a Roberto Espí y Roberto Faz y la Sonora Matancera a Bienvenido Granda y Celia Cruz. Las orquestas jazzband durante los 40´ encontraron cantantes que interpretaban boleros, guarachas y guajiras: Riverside con Tito Gómez, la Orquesta Casino de la Playa con Miguelito Valdés, la Orquesta de Julio Cueva con Manuel Licea, Puntillita.
Todo este panorama ocurría en las décadas del 40 y 50 cuando la radio había alcanzado un alto nivel, con radioemisoras que tenían estudios en los que se realizaban grabaciones de artistas nacionales y extranjeros. Para el trabajo de estas emisoras los repertoristas- compositores como Orlando de la Rosa, Adolfo Guzmán, Aida Diestro, Isolina Carrillo, Rafael Somavilla, hacían arreglos instrumentales.
La radio y la televisión fueron los medios que propiciaron el desarrollo de una serie de cambios en la proyección de la música cubana.[12]
Rita se mantendrá activa musicalmente en estos años, y durante tres años y 10 meses, a partir de 1946, es la figura principal de los espectáculos de medianoche y de la madrugada del cabaré Tropicana. Por otra parte a mediados de este periodo ve la luz otro proyecto atrayente en la vida de la Montaner, protagoniza en CMQ Radio la novela Cecilia Valdés, de Cirilo Villaverde y actuó con Hugo del Carril en el teatro Nacional y apareció en la película Romance musical (1941) de Ernesto Caparrós.
En septiembre de 1952 fue la figura principal de un gran espectáculo ofrecido en el teatro Blanquita (hoy Karl Marx), en el que debutó Benny Moré.
Después de una serie de presentaciones fuera del país, Rita regresó a las tablas cubanas y vivió un resonante triunfo en 1956 con el personaje de Madame Flora en la ópera La Medium de Menotti, estrenada en la sala Hubert de Blanck con la orquesta dirigida por Paul Csonka, siendo esta su última presentación, a la que entregó su fuerza interpretativa como experimentada actriz y cantante.
 En 1957 aparecen los primeros síntomas del cáncer de laringe que padece y que pondría fin a su existencia. Al detectarse la enfermedad por iniciativa del compositor Osvaldo Farrés se tributa, el 10 de octubre de 1957, un homenaje nacional a Rita Montaner en los estudios de la CMQ-TV, en el edificio FOCSA, transmitido por 2 canales de TV y más de 20 radioemisoras nacionales. Participaron decenas de los mejores artistas cubanos haciendo votos por su mejoría. En este homenaje le entregan un diploma de la Asociación Cubana de Artistas Teatrales por sus méritos y triunfos profesionales; el premio Luis Martínez Casado, máximo galardón de la Crónica Radial Diaria, la orden Carlos Manuel de Céspedes, conferida por el Estado, y la Medalla de Habana que le concede el ayuntamiento de la capital.
El deceso de la artista cubana ocurre el 17 de abril de 1958 y constituyó una jornada de gran tristeza para el pueblo, por lo que el cortejo que acompañó a su cadáver hasta la capitalina Necrópolis de Colón se convirtió en una verdadera manifestación de duelo popular.
En la despedida del duelo, el polifacético artista cubano Germán Pinelli dijo sobre la destacada cantante y actriz:
“Rita Montaner fue la verdadera creadora de un criollismo que nadie ha podido imitar (...) amó a Cuba sobre todas las cosas. Por eso no es de extrañar que aquí se reúna su gran pueblo para rendirle tributo postrero. Mujer maravillosa, de arte purísimo, tus restos no son despojos, sino un pedazo de luz celestial”.
A 114 años de su natalicio en la villa de Guanabacoa, se mantiene intacto el mito creado por la cantante y actriz Rita Montaner a lo largo de 30 años de intenso quehacer profesional, los cuales se asocian a etapas memorables en la historia de la cultura cubana. Un acento popular que ninguna intérprete anterior logró comprender y captar, se evidencia en la voz de esta mujer de pequeña estatura, piel cobriza, mirada lánguida y sonrisa perfecta.
  
 

[1] Antonio Abad Lugo Machín, conocido como Antonio Machín, fue un cantante cubano de boleros y de música popular en general. Basó su repertorio en la música cubana y la balada romántica.
[2] Homenaje de La Habana Elegante a Rita Montaner y a Claudio Brindis de Salas. (Versión Digital).

[3] Homenaje de La Habana Elegante a Rita Montaner y a Claudio Brindis de Salas. (Versión Digital).
[4] Tras varios siglos de conquista y colonización, al comenzar el siglo XX, el pueblo cubano había integrado en sus modos de sonar, elementos de estilo de la música aquellos pobladores que formaron parte integral de la nacionalidad cubana. Eran elementos estructurales, tímbricos, rítmicos, orales, que por un proceso de transculturación iban conformando géneros con caracteres nacionales, que aparecían en todos los estratos de la población, utilizados para las más diversas funciones. En línea: http://www.musicuba.net/articulos/la-m%C3%BAsica-cubana-en-el-siglo-xx.

[5] Ernesto Lecuona: 1958 en Fajardo Ramón: Rita Montaner. Editora Letras Cubanas, 1993. p6.
[6] Salas Servando, Matilde: Rita Montaner, una mujer polifacética. En línea: http://www.somosjovenes.cu/index/semana280/ritamont.htm.

[7] Ernesto Lecuona (La Habana, l895-Tenerife l963) fue el más conocido y famoso compositor cubano del siglo XX. Como gran intérprete, su obra pianística es lo más significativo de su gran producción, pero quizás lo que más lo distingue es su obra para el teatro lírico. Lecuona fue un promotor de varias corrientes musicales. Por una parte la Zarzuela Cubana, por otra los Conciertos, en los que estrenaba obras interpretadas por él de su propia autoría, dirigía la orquesta y, además cada cantante que promovía estrenaba obras compuestas especialmente por él. En más de cincuenta años compuso cerca de 900 obras y presentó a los más importantes artistas cubanos y extranjeros, entre ellos Rita Montaner. En línea: http://www.musicuba.net/articulos/la-m%C3%BAsica-cubana-en-el-siglo-xx.

[8] Alejo Carpentier en Lam, Rafael: Rita Montaner, la única. En Línea: http://www.cubarte.cult.cu/periodico/opinion/rita-montaner-la-unica/15651.html

[9] Diario El País: 1934 en Fajardo Ramón: Rita Montaner. Editora Letras Cubanas, 1993, p20.

[10] Gilberto Valdés (1905-1972) destacado compositor y director de orquesta cubano de música popular y de concierto. En 1935, en el teatro Principal de la Comedia la cantante Rita Montaner con el pianista Rafael Betancourt, estrenó un grupo de composiciones de Gilberto Valdés concebidas para soprano y piano: Bembé, Baró, Tambó y Sangre africana, obras de concierto referidas al folklore afrocubano. Gilberto Valdés se destacó en la década de 1930 por haber sido el primero que escribió obras con extensos pasajes cantados en lenguas africanas; el primero también en incorporar cantos y toques enteros del repertorio religioso afrocubano a obras orquestales y en incluir ejecutantes de la música de la santería en las agrupaciones sinfónicas.
EnCaribe, Enciclopedia de Historia y Cultura del Caribe, en línea:
http://www.encaribe.org/es/article/gilberto-valdes.
[11] Palabras de Ramón Fajardo Estrada para el sitio digital La Habana Elegante.
[12] Linares, María Teresa: La música cubana en el siglo XX. En línea: http://www.musicuba.net/articulos/la-m%C3%BAsica-cubana-en-el-siglo-xx

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