Por: Dayana Mesa Giralt
Maniiii, maniiii
si te quieres por el pico divertir
comete un cucuruchito de maní
(…)
Manisero se va, manisero se va
caserita no te acuestes, a dormir
sin comerte un cucurucho de maní
si te quieres por el pico divertir
comete un cucuruchito de maní
(…)
Manisero se va, manisero se va
caserita no te acuestes, a dormir
sin comerte un cucurucho de maní
Antonio
Machín.
Quien no se ha detenido a escuchar el melodioso ritmo
de ¨El Manisero¨ y ha quedado prendido en el acto; quien más sino Rita Montaner
puso voz y estilo peculiar a las letras de Antonio Machín[1]
allá por los años veinte del pasado siglo.
Confieso profesar hacia ella una simpatía que rara vez
he visto repetidos en mis contemporáneos. Los que, como yo, transitan por la
veintena, casi nunca se detienen en la figura de Rita.
Procesos Culturales Cubanos II requería un tema a desarrollar en un ensayo;
la profe Bety nos había impartido los ejes temáticos de su materia, pero
la decisión de escoger a Rita Montaner, llegó por mi apego hacia las melodías y
sus ¨caminos infinitos¨.
Hablar de Rita Montaner es, en esta Isla, hablar de
una pasión[2].
Rita Aurelia Fulceda Montaner Facenda, está
íntimamente vinculada al desarrollo de la música popular cubana y a la difusión
de ésta en el mundo.
Fue la suya una heterogénea e intensa carrera
artística de más de 25 años, manteniéndose durante esos años como figura
estelar dentro y fuera del país. Los investigadores afirman que Rita abarcó
casi todos los géneros y estilos musicales y teatrales. Lo cierto es que el
nombre de Rita Montaner se inscribe en la historia del arte musical cubano como
el de la más completa y versátil de todas sus intérpretes.
"Yo no incluiría a Rita Montaner entre las voces
cubanas, sino
entre las risas cubanas", ha dicho Fina García-Marruz en la
página excepcional que dedica a la dueña imbatible de "Mamá Inés".
"Porque Rita tenía la voz mejor toda en la risa -insiste la poeta-, risa
que no era ya, como en tanta otra, seguidora de más y menos tierra, volcán del
cuerpo que echa afuera (…), sino risa que se atrevía más allá de la sonrisa,
sabiduría del alma, (…) risa entre carnal de mediadora, lisa y brillante peonía
de gracia[3]."
Buenas nuevas en el siglo que inicia….
La tierra que la ve nacer el 20 de agosto de 1900 es
la villa habanera de Guanabacoa. Hija de padre blanco y una mulata, Domingo
Montaner y Mercedes Facenda permitieron a Rita Montaner, criarse en un medio en
que curiosamente afloraban y coincidían diversas tendencias de nuestra cultura[4]:
la música clásica de los salones y por otro los toques de los tambores en las
fiestas lucumíes o congas, el ritmo colorido de las comparsas que desfilaban
por las calles guanabacoenses y el pregonar de los vendedores ambulantes.
A diferencia de muchos músicos cubanos, Rita Aurelia
crece en una familia de buena cuna. La leyenda de Rita Montaner puede partir
del ahora inexistente Conservatorio Peyrellade, donde sus progenitores
determinan matricularla en 1910. En este plantel estudia solfeo, teoría, armonía
y piano. En las clases de esta última especialidad impresiona a sus maestros y
condiscípulos, y en los concursos anuales obtiene con anterioridad a su
graduación, una serie de reconocimientos a una técnica correspondiente según
Ernesto Lecuona, a una ¨pianista de línea¨[5].
Además de las clases en el Conservatorio, los padres de
Rita se ocupaban de otras facetas que vinieron a complementar la educación de su
hija: caligrafía, bordado y el estudio del francés, inglés e italiano. Después
se prepara en los dominios del canto con el profesor Pablo Meroles. En 1917
Rita concluye sus estudios en el Conservatorio de Música y Declamación de la
Habana con notas sobresalientes, se gradúa de canto, armonía y piano, y obtiene
Medalla de Oro.
Montaner y Facenda emprende su carrera como cantante en 1918,
interpretando arias de ópera, siendo a principios de los años 20 que cobra
fuerza dentro del espectro cultural habanero, y se exhibe por esos años en
espacios teatrales junto a figuras de nuestros arte como el tenor cienfueguero
Eusebio Delfín y Juan Pulido en los llamados Conciertos o Festivales de
Música Típica Cubana en el Teatro Nacional, inaugurados por Eduardo Sánchez
de Fuentes (La Habana, l874-l944), y continuados después por los Conciertos
organizados por Ernesto Lecuona.
Según María Teresa Linares en el artículo ¨La Música cubana en el
siglo XX¨, en la década de los años 20 la música cubana se enriquece con
cambios importantes, principalmente de la antigua orquesta de metales a la
charanga francesa --piano, dos violines, flauta de cinco llaves, pailitas,
guayo, contrabajo--, para ejecutar los danzones. La presencia de los sextetos
de son se hacía recurrente provocando un verdadero y explosivo auge del género
que se expandió a través del disco y de las giras a otros países. También la
música se ve reforzada con la introducción de los conjuntos de jazz band que
procedían de los Estados Unidos adoptándose rápidamente estilos de canto y
baile, timbres y estructuras que dejaron su huella en nuestra música. La música
del teatro lírico, casi siempre las arias y romanzas de zarzuelas cubanas
cantadas por solistas acompañados al piano, también tuvo su gran momento.
Por su gran calidad interpretativa, el maestro Luis Casas Romero la
invita a participar el 10 de octubre de 1922 al programa artístico de un
acontecimiento de alto rango histórico: la inauguración de la planta radial
PWX, perteneciente a la Cuban Telephone Company, que dejaba abierta
oficialmente las transmisiones radiales en la isla.
Con esa salida al aire,
Rita Montaner se convirtió en la primera mujer cuya voz surcó el éter en un
programa de variedades en español,
transmitido desde América Latina.
En el concierto efectuado esa noche interpretó las melodías tituladas
“Presentimiento”, de
Eduardo Sánchez de Fuentes, y “Rosas y violetas”, con música de José Mauri y texto del poeta alemán
Heinrich Heine[6].
Una carrera en ascenso….
Rita anduvo acompañada siempre de excelentes músicos. Durante toda su
trayectoria artística a su lado estuvieron maestros como Lecuona[7],
Gonzalo Roig, Jorge Anckermann, Alejandro García Caturla, Amadeo Roldán e Ignacio
Villa (Bola de Nieve), por solo citar algunos.
A finales de la década del veinte se consagra Rita como enviada de la
música cubana en el mundo, pues inician los viajes que la llevarían finalmente
a la cima del éxito. Así pues protagoniza giras en Estados Unidos patrocinadas
por empresarios reconocidos de la época y triunfa en París, presentándose en el
Palace Music Hall con la
revista Perlas Cubanas, que le
valió el reconocimiento de Alejo Carpentier:
Rita Montaner,
desde el escenario del Palace, realizó una fecunda labor en la divulgación de
nuestros ritmos. Su Mamá Inés estallaba cada noche en los feudos de Raquel
Meller, con una elocuencia que convencía a los más tibios. No puede negarse la
influencia decisiva que tuvo, la actuación de “La única”, en esa invasión de
aires tropicales. En los dominios de lo afrocubano resultó insuperable. Fue, en
su género, intérprete tan fuerte como pudo serlo. Rita Montaner se ha creado un
estilo: nos grita, a voz alerta, con un formidable sentido del ritmo, canciones
arrabaleras, escritas por un Simons o un Grenet, que saben, según el caso, a
patio de solar, batey de ingenio, puesto de chinos, fiesta ñáñiga y pirulí
premiado. Tiene el gran mérito de haberse especializado en la interpretación de
ese folklore, calificado por algunos de bárbaro y poco elegante[8].
El mismo año en que Rita arrolla en París, lo
hace también en España .En 1934 se presenta en Buenos Aires y al año siguiente
se presenta en La Habana en el teatro Principal de la Comedia y en el teatro
Martí. Asimismo lo hace en el Payret, el Campoamor, el Blanquita, Hubert de
Blanck, Auditórium, Nacional –hoy Gran Teatro de La Habana–, y en varios
teatros de todo el país, consagrándose hacia el pueblo que tanto la quiso y
recibiendo incontables muestras de admiración.
EL registro de su voz, le permite a Rita interpretar
diversos personajes en los escenarios; ¨su voz cálida, intensa, armoniosa y del
poco frecuente don de conferir originalidad a las interpretaciones¨ al decir de
investigadores y amigos en declaraciones, forjó un estilo que expresó a escala
universal el sentir del pueblo cubano.
¨ (…) interpretó los tipos populares, la mulata callejera, la guajira
etc., dando a cada canción el acento y el gesto que requiere[9]¨.
En nuestra isla, Rita a mediados de los años 30 empezó a orientar su
repertorio más hacia lo afrocubano. Por ello estableció relaciones de trabajo
con el compositor Gilberto Valdés[10]
y desde entonces se convirtió en una de las más importantes intérpretes de su
obra.
La entrevista concedida por este compositor a Octavio Cortázar, y
reproducida en un sitio digital en conmemoración al centenario de ¨La Única¨,
revela diversas aristas de la vida profesional de esta cantante, cubana ciento
por ciento; y así quedó como constancia:
¨Es que
Rita era extremadamente patriota y la voz de Cuba era lo que más valía en el
mundo para ella. (…) ella no cambiaba el "Quirino con su tres" por
una sonata de Beethoven. Aparte de que ella le tenía mucho amor al tipo
interpretativo. Aquí nadie hacía lo que hacía ella. Rita podía cantar desde una
voz de contralto a una voz de soprano ligera. (…); le encantaba el aplauso, le
encantaba el público y al mismo tiempo le tenía pánico. Rita temblaba en todos
los momentos de una actuación, y ya ve que era muy consagrada y muy querida
pero le horrorizaba la exhibición. Desde luego, no era nada más que cuando le
pusieran las luces, porque desde que pisaba las tablas era otra persona, se
transformaba completamente. Cuando la trajeron al teatro Regina, entonces se
hizo una obra que se llamaba Niña Rita y ahí debutó ella como intérprete. Fue
ahí que se reveló su gran vis cómica, porque Rita tenía mucho sabor de comedia,
y ella explotó esa personalidad, se dio cuenta de que podía ser cantante de
cualquier estilo y haciendo bien las cosas no importaba una cosa como la otra. Lo
que pasa es que era un experimento grande y difícil. De todas las cantantes
cubanas que hicieron la mulata en los teatros, ninguna tuvo las cualidades
histriónicas ni artísticas de Rita, ni la potencia en la voz que ella
desempeñaba en su papel. Rita era un fenómeno (…). Son gente que nace para
sobresalir¨.
A pesar de su inestable vida personal Rita sorprendía a diversos
públicos en el escenario. Ella fue una mujer que supo defender muy bien su
prestigio(…). Estaba poseída además por los conflictos raciales, tuvo que
vencer todos aquellos ataques que se hicieron contra su condición de mestiza,
porque a pesar de que la burguesía cubana la mimó como artista, también en
cierto sentido era discriminada[11].
Las claves de su dimensión artística refulgieron más allá de las 29
grabaciones que hizo a la Columbia Phonograph Company en Estados Unidos. “Rita
fue la artista más representativa que ha tenido Cuba, en quien todo el ardor
del trópico, la gracia criolla, la belleza muy poco igualada, una voz afinada y
dulce, una elegancia de expresión, y una popularidad enorme, la hacían
verdaderamente merecedora del nombre que le dio el pueblo: la Única.” (Renée
Méndez Capote. La Gaceta de Cuba, 1981)
Al decir de Gonzalo Roig en entrevista a Cortázar, Rita logra esa gran
popularidad por su personalidad, por su temperamento, sus interpretaciones, lo
polifacética de su obra. Lo mismo interpreta la canción romántica que lo negro,
y lo interpretaba en alemán, en español, cualquier cosa que le dieran. Y eso la
comunicó directamente con las grandes masas. Cuando ella cantaba esas cosas
folclóricas negras estaba en presencia de uno de sus ancestros—declaró.
Rita Montanear es un ejemplo de consagración para las nuevas
generaciones de mujeres en la música; ella supo sacrificar toda su formación
académica para la ópera en aras de la cultura popular. Y es la voz que se
escucha al inaugurarse la radio en Cuba, y la primera cantante femenina que
inaugura el teatro lírico cubano de envergadura, en 1927, una figura clave en
el Teatro Martí durante el proceso de consolidación de la música lírica
criolla entre el año 32 y 35, en la temporada que conducían los maestros Roig y
Prats, y es también la que se incorpora a la Televisión en sus inicios y a los
esforzados empeños por iniciar el cine en Cuba.
Representó para nuestra música popular la artista de teatro, vedette y
cantante. Definió una época en que la música vernácula iba en ascensión.
Últimos
años
Los años 40 trajeron para la cultura cubana la introducción de un nuevo
ritmo, el danzón; mientras se perfecciona de nuevo el bolero cantable, por
autores que a la vez eran repertoristas de grupos armónicos y de cantantes
solistas. Al decir de María Teresa Linares se mantuvo el estilo de bolero-son
introducido por Miguel Matamoros veinte años antes; las orquestas tradicionales
de danzón mantenían un cantante para ejecutar boleros, canciones, en tiempo de
danzón, y los llamados Conjuntos de Son, como el Conjunto Casino a Roberto
Espí y Roberto Faz y la Sonora Matancera a Bienvenido Granda y Celia
Cruz. Las orquestas jazzband durante los 40´ encontraron cantantes que
interpretaban boleros, guarachas y guajiras: Riverside con Tito Gómez,
la Orquesta Casino de la Playa con Miguelito Valdés, la Orquesta de
Julio Cueva con Manuel Licea, Puntillita.
Todo este panorama ocurría en las décadas del 40 y 50 cuando la radio
había alcanzado un alto nivel, con radioemisoras que tenían estudios en los que
se realizaban grabaciones de artistas nacionales y extranjeros. Para el trabajo
de estas emisoras los repertoristas- compositores como Orlando de la Rosa,
Adolfo Guzmán, Aida Diestro, Isolina Carrillo, Rafael Somavilla, hacían
arreglos instrumentales.
La radio y la televisión fueron los medios que propiciaron el desarrollo
de una serie de cambios en la proyección de la música cubana.[12]
Rita se mantendrá activa musicalmente en estos años, y durante tres años
y 10 meses, a partir de 1946, es la figura principal de los espectáculos de
medianoche y de la madrugada del cabaré Tropicana. Por otra parte a mediados de
este periodo ve la luz otro proyecto atrayente en la vida de la Montaner, protagoniza
en CMQ Radio la novela Cecilia
Valdés, de Cirilo Villaverde y actuó con Hugo del Carril en el
teatro Nacional y apareció en la película Romance
musical (1941) de Ernesto Caparrós.
En septiembre de 1952 fue la figura principal de un gran espectáculo
ofrecido en el teatro Blanquita (hoy Karl Marx), en el que debutó Benny Moré.
Después de una serie de presentaciones fuera del país, Rita regresó a
las tablas cubanas y vivió un resonante triunfo en 1956 con el personaje de Madame Flora en la ópera La Medium de Menotti, estrenada en la
sala Hubert de Blanck con la orquesta dirigida por Paul Csonka, siendo
esta su
última presentación, a
la que entregó su fuerza interpretativa como experimentada actriz y cantante.
En 1957 aparecen los primeros
síntomas del cáncer de laringe que padece y que pondría fin a su existencia. Al
detectarse la enfermedad por iniciativa del compositor Osvaldo Farrés se
tributa, el 10 de octubre de 1957, un homenaje nacional a Rita Montaner en los
estudios de la CMQ-TV, en el edificio FOCSA, transmitido por 2 canales de TV y
más de 20 radioemisoras nacionales. Participaron decenas de los mejores
artistas cubanos haciendo votos por su mejoría. En este homenaje le entregan un
diploma de la Asociación Cubana de Artistas Teatrales por sus méritos y triunfos
profesionales; el premio Luis Martínez Casado, máximo galardón de la Crónica
Radial Diaria, la orden Carlos Manuel de Céspedes, conferida por el Estado, y
la Medalla de Habana que le concede el ayuntamiento de la capital.
El deceso de la artista cubana ocurre el 17 de abril de 1958 y
constituyó una jornada de gran tristeza para el pueblo, por lo que el cortejo que acompañó
a su cadáver hasta la capitalina Necrópolis de Colón se convirtió en una
verdadera manifestación de duelo popular.
En la despedida del duelo, el polifacético artista cubano Germán Pinelli
dijo sobre la destacada cantante y actriz:
“Rita Montaner fue la verdadera creadora de un criollismo que nadie ha
podido imitar (...) amó a Cuba sobre todas las cosas. Por eso no es de extrañar
que aquí se reúna su gran pueblo para rendirle tributo postrero. Mujer
maravillosa, de arte purísimo, tus restos no son despojos, sino un pedazo de
luz celestial”.
A 114 años de su natalicio en la villa de Guanabacoa, se mantiene
intacto el mito creado por la cantante y actriz Rita Montaner a lo largo de 30
años de intenso quehacer profesional, los cuales se asocian a etapas memorables
en la historia de la cultura cubana. Un acento popular que ninguna intérprete
anterior logró comprender y captar, se evidencia en la voz de esta mujer de
pequeña estatura, piel cobriza, mirada lánguida y sonrisa perfecta.
[1] Antonio Abad Lugo Machín, conocido como
Antonio Machín, fue un cantante cubano de boleros y de música popular en
general. Basó su repertorio en la música cubana y la balada romántica.
[2] Homenaje de La Habana
Elegante a Rita Montaner y a Claudio Brindis de Salas. (Versión Digital).
[4] Tras varios siglos de
conquista y colonización, al comenzar el siglo XX, el pueblo cubano había
integrado en sus modos de sonar, elementos de estilo de la música aquellos
pobladores que formaron parte integral de la nacionalidad cubana. Eran
elementos estructurales, tímbricos, rítmicos, orales, que por un proceso de
transculturación iban conformando géneros con caracteres nacionales, que
aparecían en todos los estratos de la población, utilizados para las más
diversas funciones. En línea: http://www.musicuba.net/articulos/la-m%C3%BAsica-cubana-en-el-siglo-xx.
[5] Ernesto Lecuona: 1958 en Fajardo Ramón: Rita
Montaner. Editora Letras Cubanas, 1993. p6.
[6] Salas Servando, Matilde: Rita Montaner, una mujer
polifacética. En línea: http://www.somosjovenes.cu/index/semana280/ritamont.htm.
[7] Ernesto Lecuona (La Habana,
l895-Tenerife l963) fue el más conocido y famoso compositor cubano del siglo
XX. Como gran intérprete, su obra pianística es lo más significativo de su gran
producción, pero quizás lo que más lo distingue es su obra para el teatro
lírico. Lecuona fue un promotor de varias corrientes musicales. Por una parte
la Zarzuela Cubana, por otra los Conciertos, en los que estrenaba obras
interpretadas por él de su propia autoría, dirigía la orquesta y, además cada
cantante que promovía estrenaba obras compuestas especialmente por él. En más
de cincuenta años compuso cerca de 900 obras y presentó a los más importantes
artistas cubanos y extranjeros, entre ellos Rita Montaner. En línea: http://www.musicuba.net/articulos/la-m%C3%BAsica-cubana-en-el-siglo-xx.
[8] Alejo Carpentier en Lam,
Rafael: Rita Montaner, la única. En Línea: http://www.cubarte.cult.cu/periodico/opinion/rita-montaner-la-unica/15651.html
[9] Diario El País: 1934 en Fajardo Ramón: Rita
Montaner. Editora Letras Cubanas, 1993, p20.
[10] Gilberto Valdés (1905-1972) destacado
compositor y director de orquesta cubano de música popular y de concierto. En
1935, en el teatro Principal de la Comedia la cantante Rita Montaner con el
pianista Rafael Betancourt, estrenó un grupo de composiciones de Gilberto
Valdés concebidas para soprano y piano: Bembé, Baró, Tambó
y Sangre africana, obras de concierto referidas al folklore afrocubano. Gilberto
Valdés se destacó en la década de 1930 por haber sido el primero que escribió
obras con extensos pasajes cantados en lenguas africanas; el primero también en
incorporar cantos y toques enteros del repertorio religioso afrocubano a obras
orquestales y en incluir ejecutantes de la música de la santería en las
agrupaciones sinfónicas.
EnCaribe, Enciclopedia de Historia y Cultura del Caribe, en línea:
http://www.encaribe.org/es/article/gilberto-valdes.
[11] Palabras de Ramón Fajardo Estrada para el
sitio digital La Habana Elegante.
[12] Linares, María Teresa: La
música cubana en el siglo XX. En línea: http://www.musicuba.net/articulos/la-m%C3%BAsica-cubana-en-el-siglo-xx
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