viernes, 15 de febrero de 2013

El acorazado voló por los aires: 115 años de la voladura del Maine




Por: Claudia Montero 

Corría el año 1898 cuando, el 25 de enero, el mayor buque de guerra que hubiera tocado puerto habanero llegó a La Habana con el pretexto de realizar una “visita amistosa”. Once días más tardes, a las nueve y cuarenta de la noche, el acorazado norteamericano volaba por los aires a la vez que iluminaba la bahía de La Habana, debido a una misteriosa explosión.

Inmediatamente la prensa sensacionalista norteamericana atribuyó al gobierno español la voladura del navío. Decenas de periódicos estadounidenses publicaban noticias y fotografías adulteradas sobre el hecho y sus posibles causas, formando una auténtica detonación de mentiras. Nombres como The World, The Sun, New York Herald y New York Journal, propagaron por aquellos días centenares de artículos y testimonios inventados que acusaban a los españoles de haber colocado un artefacto explosivo en el Maine, iniciando así, una provocadora campaña con el objetivo de que el pueblo norteamericano presionara al gobierno español para así declararle la guerra a este, excusa que necesitaba el imperio para interponerse en la lucha del pueblo cubano.
La inexplicable y cruenta voladura dejó a su alrededor más de 250 cadáveres, entre ellos marineros, oficiales, emigrantes y algunos habaneros que acudieron rápidamente a auxiliar a los sobrevivientes.
En torno al origen de la explosión se difundieron diversas suposiciones, entre ellas que fue una “detonación accidental desde dentro”, aunque los americanos aseguraban que la explosión había sido producida por una mina o un torpedo; mientras, los españoles sostenían que eran causas internas.
No obstante los cubanos no salieron ilesos de esta ensarta de mentiras; se culparon a los que estaban de acuerdo con la intervención como presuntos autores. Esta teoría fue refutada más tarde con un análisis histórico objetivo que indicaba que “el objetivo de la lucha de los cubanos era la independencia de España, no la intervención norteamericana.”
La manipulación por parte de los norteamericanos (principalmente de la prensa amarilla) del suceso del 15 de febrero de 1898, con el objetivo de transformarlo en un pretexto para la intervención en el conflicto hispano-cubano, fue la función principal del hundimiento del acorazado Maine y precisamente lo que le ha dado significado al hecho.





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