La violencia genera violencia; evitarla es la solución a vivir felices en comunidad.
Por: Yelena Rodríguez Velázquez.
Cuando estalla un conflicto en el hogar, cada una de
las partes se coloca en actitud defensiva: ni la esposa quiere ceder ante el
esposo, ni los niños quieren darles a los padres la razón; ganas tú o gano yo. Si uno tiene que
agachar la cabeza, el sentimiento de fracaso puede llevar a un estado de
descontento que preparará el resentimiento y el tormento hasta la próxima discusión:
“ahora sí que no voy a ceder”. Quizás por esto los conflictos implican una
fuerte carga de tensión, pues nadie quiere sentarse en la silla de los
vencidos: todos quieren imponer las condiciones de los vencedores.
La violencia nunca ha sido el camino adecuado para
solucionar los problemas; por el contrario, las discusiones conllevan a
actuaciones momentáneas víctimas del arrepentimiento posterior.
Existen métodos y libros que buscan caminos solubles
a las situaciones conflictivas de las que somos víctimas o exponentes a diario.
Pero después del disgusto se hace necesario volver a la raíz del mal, pensar
con la cabeza fresca y recurrir al sentimiento que nos une a esa persona: el
cariño, el respeto, la admiración o el amor.
Los manuales solo serán fríos formularios que no ayudarán a resolver lo que le
falta a la razón.
Por ello en situaciones contendientes es necesario no
caer en acusaciones o generalizaciones que solo provocan en el otro reacciones
agresivas o de cohibimiento.
A veces el que inicia la pelea toma de diana a la
otra persona para desahogarse, arrastrando al traste de la situación problemas
pasados, pues solo le interesa un blanco de agresividad. Otras veces nos
dejamos absorber por los problemas de la escuela, el trabajo, la casa, los
amigos, el matrimonio o los cambios de la pubertad; sin darnos cuenta que la
crisis existencial no es equivalente a solución final.
Conversar es la vía constructiva de canalizar los
problemas, de este modo podemos ser escuchados y escuchar, compartiendo un diálogo
provechoso de comunicación y compatibilidad. Aunque hay quienes opinan que
discutir no es del todo malo para avivar una relación amorosa porque proporciona
herramientas de unión entre las parejas, no debe ser excedida la dosis para
culpar, herir o castigar.El objetivo de cualquier modo de comunicación, incluso
la discusión, es lograr un mayor acercamiento con la sociedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
En este blog no se permiten vulgaridades y se respetará la opinión de autores y comentaristas.