lunes, 18 de febrero de 2013

Ganas tú o gano yo



La violencia genera violencia; evitarla es la solución a vivir felices en comunidad.
Por: Yelena Rodríguez Velázquez.

Cuando estalla un conflicto en el hogar, cada una de las partes se coloca en actitud defensiva: ni la esposa quiere ceder ante el esposo, ni los niños quieren darles a los padres la razón; ganas tú o gano yo. Si uno tiene que agachar la cabeza, el sentimiento de fracaso puede llevar a un estado de descontento que preparará el resentimiento y el tormento hasta la próxima discusión: “ahora sí que no voy a ceder”. Quizás por esto los conflictos implican una fuerte carga de tensión, pues nadie quiere sentarse en la silla de los vencidos: todos quieren imponer las condiciones de los vencedores.
La violencia nunca ha sido el camino adecuado para solucionar los problemas; por el contrario, las discusiones conllevan a actuaciones momentáneas víctimas del arrepentimiento posterior.

Existen métodos y libros que buscan caminos solubles a las situaciones conflictivas de las que somos víctimas o exponentes a diario. Pero después del disgusto se hace necesario volver a la raíz del mal, pensar con la cabeza fresca y recurrir al sentimiento que nos une a esa persona: el cariño, el respeto,  la admiración o el amor. Los manuales solo serán fríos formularios que no ayudarán a resolver lo que le falta a la razón.
Por ello en situaciones contendientes es necesario no caer en acusaciones o generalizaciones que solo provocan en el otro reacciones agresivas o de cohibimiento.
A veces el que inicia la pelea toma de diana a la otra persona para desahogarse, arrastrando al traste de la situación problemas pasados, pues solo le interesa un blanco de agresividad. Otras veces nos dejamos absorber por los problemas de la escuela, el trabajo, la casa, los amigos, el matrimonio o los cambios de la pubertad; sin darnos cuenta que la crisis existencial no es equivalente a solución final.
Conversar es la vía constructiva de canalizar los problemas, de este modo podemos ser escuchados y escuchar, compartiendo un diálogo provechoso de comunicación y compatibilidad. Aunque hay quienes opinan que discutir no es del todo malo para avivar una relación amorosa porque proporciona herramientas de unión entre las parejas, no debe ser excedida la dosis para culpar, herir o castigar.El objetivo de cualquier modo de comunicación, incluso la discusión, es lograr un mayor acercamiento con la sociedad.

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