Diana Fuentes. Foto Yander Zamora/Cubahora. |
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viernes, 27 de junio de 2014
Una Diana Fuentes versátil entrega a La Habana su Planeta planetario ( Fotos)
Cuba en Noticias - Una Diana Fuentes versátil entrega a La Habana su Planeta planetario ( Fotos)
jueves, 26 de junio de 2014
“La vida y otros demonios de Belkis Ayón”
Por: Claudia Montero Lescaille
Belkis Ayón Manso: artista de la plástica que hasta hace solo tres semanas
me resultaba ignota; creadora apasionada envuelta en mitos que determinó, a
través de su obra gráfica, un antes y un después en el grabado cubano.
No podía creer cuanto conocimiento me había perdido sobre una mujer que,
no solo se desempeñó como grabadora, sino también como dibujante y profesora;
una mujer que se convirtió en reveladora de mitos y rituales de la Sociedad
Secreta Abakuá los cuales plasmaría una y otra vez en toda su creación. Y fue
precisamente esta Sociedad la que le valería a la artista de testimonios e
intimaciones para establecer una arenga universal versus los miedos, la
censura, la marginalidad, y a favor de la búsqueda de la libertad.
La
cofradía (Sociedad Secreta Abakuá), creada por hombres y para
hombres, estigmatiza y desdeña a la mujer a la vez que fomenta una extrema
disciplina y guarda una ética y misterio inalterables. Belkis conoció el
espacio del rito hasta donde le fue permitido, con respeto y sensibilidad, y escrutó
todas las fuentes de información a su alcance. Como corolario, concibió una
iconografía impresionante y dilucidó el mito religioso desde su enfoque de
mujer, artista, negra y latina; esta iconografía causó gran polémica no solo
porque revelaba aspectos del culto, sino porque dotó de imágenes a figuras
importantes de la ceremonia (ejemplo: La Cena, recreación de la escena bíblica, pero con mujeres).
Justamente
el mito de Sikán, la mujer condenada por los hombres por haber revelado el
secreto del pez Tanze y que en la leyenda Abakuá sufre tanta repulsa y
segregación, es el fundamento que propugna desde el aspecto temático la producción
artística de la Ayón; aunque Sikán no es el único tema de la producción de la
artista, solo una parte. Su obra tenía mucho de ella misma, de sus
preocupaciones sobre los conflictos humanos, el amor y la vida; sobre la mujer
y su condición de ser excluida, la tradición,
las formas expresivas y conceptos, muchos de ellos relacionados con nuestros
orígenes afrocubanos; es por eso que encontró sugestivo simbolizar un conjunto determinado
de leyendas,
de personajes y significados, dándoles una vida propia pero sin desasirlos totalmente
del pasado.
A partir de la colografía, Belkis fue concordando una simbología propia
así como un discurso muy personal. La obra de esta artista cubana posmoderna
fue constantemente renovadora. En la misma mostró, mediante su visión femenina,
la real situación de mujeres que fueron segregadas en la Sociedad Abakuá: ella
es la “pintora de la esencia Abakuá”. Una exposición antológica realizada en el
Convento San Francisco de Asís en el 2009, dedicada a la labor de la artista y
llamada Nkame (saludo y
elogio en lengua de los ñáñigos) así lo corrobora. Otros de sus legados
lo constituyen producciones como “La Sentencia”, “Sikán” y “La Familia”, portadores de su
quehacer humanista así como de diferentes formas de valorar la realidad. Con sus
obras, la artista quebrantó los preceptos del grabado tradicional y emplazó
esta expresión artística en un lugar significativo, además de que dejó una
huella única e indeleble dentro de las artes plásticas, precisamente porque llegó
a desarrollar una obra legítima en el panorama de las artes visuales cubanas y
porque se convirtió en un modelo ineludible de la cultura y al mismo tiempo, pionera
en el desarrollo del grabado en grandes dimensiones en nuestro país.
En
1999 y con solo 32 años de vida, la que se dice poseía “la sonrisa más hermosa
de la plástica cubana”, ponía fin a una historia llena de mestizajes y
sincretismos, tradición de la que se sustentan el arte y los artistas; a un
legado de mitos y creencias que la
convirtieron en una de las artistas plásticas más talentosas y reconocidas de
la isla.
Unos años después de su muerte, un grupo de artistas cubanos (algunos comprometidos
con su magisterio), dispusieron crear El Espacio Ayón, un proyecto cuya misión principal
es presentar, de forma permanente, la obra gráfica de Belkis para así asomarse
a cada una de sus propuestas y descifrar símbolos y signos muy relacionados con
la iconografía Abakuá; además, sirve como sitio de promoción y apoyo a los
jóvenes grabadores cubanos.
La obra y la vida de Belkis Ayón Manso serán
recordadas como la llave que nos abrió las puertas de la imaginación para
sumirnos en el misterio.
¨El son en Lilí, la Perla de Oriente¨
Por: Claudia Montero Lescaille
“Si me preguntas
cuáles son mis deseos ahora, te diría que sólo uno: volver a tocar en un
conjunto. ¿Para qué? Pues para hacer el son como lo siento.”
Lilí Martínez Griñán
Una de las figuras
más importantes del repertorio musical cubano y que ha influido considerablemente
en la creación sonera de la Isla, fue el pianista y compositor guantanamero
Lilí (Luis) Martínez Griñán, considerado por muchos el más alto exponente de la
pianística del son montuno en Cuba.
Lilí nació el 19 de
agosto de 1915 en la bella ciudad del Guaso e inició sus clases de piano en la
academia de su hermana Ana Emilia Martínez, a la
vez que se ponía en contacto con las obras y autores más importantes de la
música de concierto, entre los que se encontraba Federico Chopin; Lilí fue el
primer pianista cubano de música popular en escribir anotaciones de este para
interpretar el son. “… La dulzura de sus composiciones me atraía de
sobremanera. Chopin me hizo ser tierno ante el teclado. Ese detalle es
importante porque influiría después en lo que hice en mi etapa de sonero.”[1]
Perfeccionó de forma autodidacta sus estudios además de que fue un gran conocedor
del ámbito musical de la provincia más oriental de Cuba; por su poder al piano,
fue conocido también como La
Perla de Oriente.
En 1945 Lilí es llamado por
Arsenio Rodríguez, verdadero maestro del son, para comenzar a formar parte de
su conjunto, enseñándole la base fundamental del género y al que luego le
incorporaría sus propios hallazgos. El guantanamero contribuye con sus acordes,
arreglos e inspiraciones a la consolidación del conjunto "Todos
Estrellas", es por eso que sus solos de pianos fueron comentados por todo
el ambiente musical de la época. En este grupo, además, establece un estilo de
tocar el piano que ha llegado hasta nuestros días. Este se apoya en la base
rítmica y los giros percutivos que definen al llamado tumbao, una de las
invenciones más universales de la música cubana, de la que él es sin dudas el
más reconocido maestro.
Lilí Martínez, al
interpretar el son, tenía sus secretos: la dulzura; aplicaba todos los
elementos de la armonía tradicional, y de la moderna, pero siempre cuidando la
dulzura que se le ha de imprimir al son. Pero hay un secreto que le hizo ser
distinto como pianista en la interpretación del son, en las improvisaciones: hacer
síncopa, nota de paso, acorde de paso, siempre resolviendo en la tonalidad
principal, para entregar al cantante o al coro en su momento, lo cual, según
él, no se podía lograr sin conocimientos.
Lilí estuvo
relacionado con la agrupación musical del Ciego Maravilloso, con la que se
mantiene un largo período permaneciendo incluso, hasta cuando Félix Chappottín
toma el conjunto, aportándoles sus imaginativos solos, su sofisticado
pensamiento arreglístico, inteligencia armónica y un puñado de composiciones
propias que dieron mayor coherencia estilística.
Este genial artista de las teclas, fue creador de la Escuela Pianística
del Son y un gran innovador que transfirió células del folclor norteamericano a
nuestra música bailable. Su estilo influyó en el quehacer de sucesivas
generaciones de pianistas, incluidas figuras de la talla de los cubanos Chucho
Valdés, Frank Fernández, el puertorriqueño Papo Lucca y el neoyorquino de
ascendencia boricua Eddie Palmieri.
De sus manos nacieron obras que hoy son
joyas del pentagrama musical cubano, entre las que se encuentran Quimbombó,
Tu cosita mami, No me llores, Que se fuña, y muchas otras atribuidas
erróneamente a otros grandes como Arsenio Rodríguez o Félix Chappottín.
El nombre de Lilí
(con más de 300 composiciones dentro de su catálogo) es bien conocido en el
ámbito sonero. Ha influenciado dando instrucciones de imaginación y espíritu de
inconfundible improvisador a más de una generación de intérpretes; encontró un
estilo, un modo propio de decir la música, valorando la presencia del son como
trascendental universalmente dentro de las expresiones musicales más auténticas
y valiosas.
Lilí Martínez
Griñán falleció en La Habana
el 26 de agosto de 1990 (y enterrado en su natal aldea), considerado ya, un
representante eterno de ese género que ha quedado reconocido como una genuina
muestra de nuestra tradición cultural que perdura en la creación musical del
pueblo cubano: el son.
[1] Mayra
A. Martínez. ¨Hacer el son como lo siento: Lilí Martínez¨. En Cubanos en la
música. Editorial Letras Cubanas, 1993. pp.
miércoles, 25 de junio de 2014
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